Hábitos de lectura
Habitualmente la familia delega en la escuela su papel en la formación lectora olvidando que la función del maestro es muy diferente y en todo caso, complementaria como: iniciar a los niños en la técnica lectora, despertar sus propias motivaciones de lectura y adiestrarles en estrategias de comprensión lectora.
A los padres no se les puede pedir tampoco que sustituyan la labor de la escuela, ni mucho menos, sino que esta debe centrar sus esfuerzos en los ambientes, en los climas, en las motivaciones…, no en la técnica.
Al padre o a la madre se les puede pedir (creemos que exigir) que lean amorosamente a su hijo desde que nace tanto cuentos como nanas, canciones de corro, trabalenguas, adivinanzas, juegos rítmicos, poemas… Reservad un momento diario a esa tarea, al acostarse, porque les ayuda a terminar el día entre fantasía y afecto. Nunca abandonéis esa costumbre, ni siquiera cuando ellos vayan creciendo. Siempre disfrutaréis cambiando impresiones.
Procurad que lean todos los días. Aunque es cierto que la lectura es una destreza que se perfecciona con el entrenamiento, no caigamos en la tentación de imponerla como una obligación. Invitémosles con alegría y persuasión seductora a que lean cada día.
A los padres podemos pedirles que hagan del libro un regalo habitual, no solo de un objeto de relleno para completar la lista de regalos de reyes, ni la guinda forzada de los presentes del día de cumpleaños. ¿Por qué no regalarse libros en cualquier ocasión, sin ninguna excusa “oficial” marcada en el calendario?
Los padres llevarán a sus hijos con frecuencia a la biblioteca pública para pasar un rato gozoso en torno a los libros. Todos bucearán entre las estanterías en busca de “su” libro, “su” revista, “su” cdrom… que después, una vez recogidos al calor del hogar, compartirá con sus padres y hermanos.
Haced de la lectura un privilegio: Hoy podéis acostaros más tarde para leer 15 minutos en la cama, o gracias a vuestra ayuda recogiendo la casa, ahora puede dedicaros un rato para contaros un cuento.
Los padres visitarán con sus hijos librerías para estar al tanto de las últimas novedades y puedan ir seleccionando los libros que les gustaría adquirir o recibir en las ocasiones especiales que antes comentábamos.
Antes que el libro existen la palabra, el gesto y el afecto hacia el narrador de cuentos. En este sentido, la oralidad es la base de la lectura, oralidad que comparte confidencias, preocupaciones, experiencias, descubrimientos, fantasías, pero que al mismo tiempo escucha, estimula, aprecia, disfruta escuchando al niño y apreciando sus reacciones y sus discrepancias. Oralidad como intercambio y como rito de iniciación en la habilidad de “leer” situaciones, objetos, libros, imágenes, afectos.
La familia es pieza clave en el desarrollo de esta capacidad que desembocará en la construcción de un espíritu crítico ético y autoanalítico porque el niño sentirá la necesidad de interpretar la realidad y “leer” las reacciones y emociones de los demás. Después será capaz de situarse ante los mensajes que recibe de los distintos medios de comunicación con una personalidad definida y nada manipulable.
Los padres ofrecerán a sus hijos libros que:
- Estimulen la imaginación y la creatividad.
- Despierten y desarrollen la sensibilidad y ayuden a entender los sentimientos.
- Provoquen la reflexión y el sentido crítico.
- Les ayuden a conocerse a sí mismos y al mundo que les rodea.
- Les abra nuevos horizontes y despierte aficiones e intereses hacia nuevas parcelas de la vida cultural, social, artística, etc.
- Estimulen la confianza en sí mismo y en el futuro.
- Les posibiliten la capacidad de pensar.
- Favorezcan actitudes de tolerancia y solidaridad.
- Sean divertidos y estimulantes.
- Tengan calidad literaria por su lenguaje, su contenido y su formato (legibilidad, ilustraciones, papel…).